Yo, lo veo con ellos....

Recientemente he tenido la oportunidad de tener una entrevista con la madre de una de las alumnas de 6º a la que hemos realizado una valoración desde el Equipo.

 

Desde el EOEP y dado el paso a la secundaria y a la adolescencia, decidimos valorar la autoestima a final de curso al alumnado de 6º de EP.

 

Citamos a la madre, dado que por parte de una compañera de la menor, nos llega información de que existe un riesgo evidente de conductas autolíticas por parte de la primera menor mencionada. 

 

En esta entrevista, sondeamos con la madre conductas que pudieran suponer un riesgo evidente: conductas de ocultación, intención planificada, verbalizaciones o mensajes en redes sociales, antecedentes familiares y lo que me lleva a escribir sobre esta entrada: contenidos a los que accede por medio de las nuevas tecnologías. 

 

En la entrevista la madre nos dice que suele ver una serie denominada Riverdale, que si bien reconoce que es para más mayores (14 años), lo ve con ella. Una vez terminada la entrevista, no podemos por menos buscar información sobre dicha serie. En el tráiler de ésta, vemos casi al final del mismo que salen unas manos con cortes. Entre las orientaciones dadas a la familia, por supuesto se encontraban entre otras que se restrinja dicho tipo de ocio, así como acudir a la especialista en Psicología Clínica del Centro de Salud para intervenir ante el riesgo de las conductas anteriormente mencionadas.

 

El acceso a este tipo de contenidos aunque estemos presentes como progenitores, es contraproducente. No veríamos tampoco con buenos ojos el visionado de películas de contenido sexual para adultos con nuestros hijos/as cuando tienen 16 años, aunque estuviéramos presentes...Es más sería hasta negligente y contraproducente para el desarrollo moral, sexual y emocional de ellos/as. Todo esto, además se agrava cuando cuentan con dicha tecnología a su alcance en su cuarto y ni si quiera hay una mínima supervisión del contenido al que accede.

 

Diversas investigaciones han abordado la relación entre la familia y los estilos de consumo televisivo de sus hijos/as. En 1992, se describieron tres modelos de mediación paterna frente a la televisión: restringida, valorativa y desenfocada. En la primera, los adultos determinan el tiempo y el tipo de programas que ven sus hijos/as; en la valorativa, se comparten tiempos de visión y aprovechan para ayudar a sus hijos/as en la comprensión de los mensajes que reciben; en la desenfocada, no existe ningún control, actuando los menores con total libertad frente a la pantalla. En España, se han descrito cuatro modelos de mediación familiar:

 

• Heterocontrol: las estrategias se limitan al establecimiento de normas sobre el uso y consumo de la televisión de un modo restrictivo; es el más frecuente y son hogares con equipamiento tecnológico elevado.

 

• Autocontrol: no se interviene en la relación de los hijos/as con el televisor por considerar que están suficientemente formados y capacitados para un uso responsable; son familias con muy elevado equipamiento tecnológico.

 

• Control: implica un seguimiento relativo del consumo de sus hijos/as y ausencia de normas explícitas; de forma improvisada, se dan prohibiciones totales o parciales por uso indebido o inapropiado del medio. Son normalmente hogares tecnológicamente poco equipados.

 

• Descontrol: familias que no ejercen ningún tipo de mediación, con una actitud permisiva y con el televisor como único elemento socializador.

 

Pero no todo es pernicioso en el uso de las nuevas tecnologías. El uso de las pantallas, de televisión o de las nuevas tecnologías, ofrecen indudables beneficios. Son una fuente inagotable de información, de nuevas ideas y conocimiento, permitiendo así que niños y adolescentes puedan tener contacto con realidades distintas a su entorno. Es una manera más de entretenimiento y diversión y favorecen la socialización y las relaciones interpersonales. Ofrecen, además, muchas posibilidades para el mundo de la educación y para transmitir mensajes a los menores sobre hábitos de vida saludables. Por otro lado, el abuso de las mismas, puede originar dificultad para discriminar la realidad de la ficción y un exceso en la exposición a esta pantalla se asocia con retrasos cognitivos, en el lenguaje y en las esferas emocional y social. Se aducen, como posibles causas de estos retrasos: el visionado de imágenes con un contenido inadecuado por ser dirigidas a los adultos y una menor interacción entre padres e hijos, cuando el televisor se encuentra encendido. En todas las edades, su uso incontrolado puede dificultar la comunicación intrafamiliar y resta tiempo para otras actividades.

 

En definitiva, las  diferentes pantallas que permiten la conexión inmediata con el mundo han modificado sustancialmente las relaciones humanas y brindan nuevas y extraordinarias experiencias desde la infancia. Niños y adolescentes las utilizan desde edades tempranas y obtienen importantes beneficios para su desarrollo, su educación y es una ayuda en las relaciones sociales, además de ser una de las maneras de ocio y diversión. Paralelamente, hay riesgos evidentes y se pueden producir daños relacionados con un uso inadecuado, por lo que se debe promover un uso racional y responsable de la tecnología de la comunicación desde los primeros años de la vida y continuarse a lo largo de la infancia y adolescencia.

 

A modo de reflexión os dejo el enlace siguiente para que comentéis con familias, profesorado y alumnado:

 

https://www.youtube.com/watch?v=Moo9HX7lZAI